Hablar de la obra de José Manuel Chico Prats es hablar de les Illes Balears.
Como ocurrió con su vida, su obra pictórica está fuertemente influenciada por ellas, especialmente Eivissa y Mallorca.
Chico Prats nació y vivió en Barcelona, pero sus lienzos
reflejan un amor y una vinculación a las islas que le convierten en un
pintor catalán de nacimiento, pero balear de adopción.
De madre ibicenca, prácticamente todos los veranos de su vida los pasó en la isla
De esa vida paralela en Eivissa, Chico Prats aprendió a amar sus paisajes, sus gentes, sus costumbres, pero sobre todo su luz. La vista de Dalt Vila al mediodía, el abrasante sol de verano en los campos y playas de la isla o la puesta de sol con Es Vedrà como testigo son temas recurrentes en sus obras.
Chico Prats sentía una profunda admiración por esa luz
especial que sólo se encuentra en la isla y lo reflejó una y otra vez en
sus pinturas.
Nunca se cansaba de admitir ese influjo casi vital. Una
cautivación que le convierten en un perfecto retratista de la isla y que
reflejan una Eivissa rural y costera, desmasificada y anterior a la
invasión turística.
Una isla mediterránea por excelencia, en la que el sol es la gran fuente de vida y sus habitantes adaptan su vida a ello.
Una isla mediterránea por excelencia, en la que el sol es la gran fuente de vida y sus habitantes adaptan su vida a ello.
También Mallorca, en especial la ciudad de Palma influyen notablemente en la obra de Chico Prats. Su majestuosa catedral, el puerto de Palma, sus calas recónditas o la villa de Sòller llamaron la atención de un pintor fuertemente vinculado con las Baleares.
La vida sosegada de las islas, la tranquilidad y obstinación de sus gentes, la belleza de sus paisajes y el color único que tiene el sol en Baleares resumen casi toda la obra de José Manuel Chico Prats.